Impresiones de un espectador tras ver "El Cuaderno de Pitágoras"
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El cuaderno de Pitágoras

Carolina África nos muestra un espectáculo antiguo. Es antiguo porque es un bolero ¿y acaso los boleros no son antiguos? ¿Quién tiene boleros entre sus favoritos de spotify? Esas canciones que hablan de amor, de redención, de perdón, del querer (sea amor o no), del deseo de superación y sobre todo, de llorar sonriendo. Decía en su vejez Billy Wilder que “Ahora están de moda las películas en las que uno al salir del cine tiene deseos reales de suicidarse”. EL CUADERNO DE PITÁGORAS no. Uno se sienta y se deja llevar por el bolero. Sonríe, porque todo desata ternura; llora, porque todo muestra cierto halo a nostalgia; sueña, porque todo es esperanza.

El texto parte del VII Laboratorio de Escritura Teatral de Fundación SGAE. La obra cuenta cómo se va creando una función teatral a partir de textos propios de los presos y presas de la cárcel de Valdemoro, gracias a una voluntaria que les imparte un curso de teatro; y juega desde la autoficción. Éste es el primer punto en que llama la atención. La autora está representada en escena, pero desde el minuto uno, su personaje sabe cuál es su espacio: el segundo o tercer plano. Ella no es lo importante, lo importante es lo que el resto tiene que decir. Helena Lanza se marca de forma magistral ese segundo plano. Sempiterna sonrisa y buen rollo. Es nuestro demiurgo en la obra que está y no está cuando no tiene que ser. Todos los actores y actrices hacen trabajos magníficos, no puedo decir otra cosa. Si entras en el juego veras un Benjamín Prado preso en Manolo Caro, contenido a veces, sufriendo otras, presos de todo tipo sobre escena entre los actores, formidables todos, graciosos, hábiles y muy personas. Muy personas suena raro, pero de esto es de lo que trata, de que son personas. No se cae en el buenismo, cada cual tiene su pena y cada cual tiene su condena, no se intenta blanquear la condición de delincuente (cuando lo son). Emmanuel Cea, Jorge Mayor y Pepe Sevilla completan el grupo de los hombres con gracia, cariño y versatilidad.

En el cuadro de las presas tenemos una especialmente inspirada Victoria Teijeiro y el maravilloso dúo Nuria Mencía y Gledys Ibarra, joyas en escena. Se suma una tierna Ascen López. Todos juegan con todos en un encaje de bolillos precioso desde inicio a final.

Ikerne Giménez firma una escenografía basta y dura, como requiere la obra, y absolutamente versátil más lucida desde cierta distancia. Todo ello está confitado con una iluminación, espacio sonoro y video escena en pro de todo, que mantiene al espectador atento y sonriente durante una hora y cuarenta y cinco minutos.

¿Sois aficionados a Prision Break o Vis a vis? No es lo que vais a ver. No acudáis a ver las miserias y la lástima por unos presos, si vais (deberíais) llevad zapatos cómodos y disponeos a bailar un bolero.

1 comentario en «El cuaderno de Pitágoras»

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