Saltar al contenido

Miseria, hambre y luces

Hay obras que siempre que exigen ser vistas. A veces es por un tema de gusto personal, a veces porque son consideradas clásicos imprescindibles, a veces por lo magnífico del propio texto, a veces por todo a la vez. A mí me pasa con “Luces de Bohemia” y con “Cyrano”.
Este año he tenido la ocasión de ver las versiones de Ramón Barea y de David Martínez sobre el texto de Valle. Lo único en común entre ellas es la extraña elección de hacer desaparecer al marqués de Bradomín eliminando o reduciendo al mínimo esa escena. Curioso.
Al turrón.

Miseria y Hambre producciones se caracterizan por perder ese fatal respeto hacia el autor y buscar y rebuscar entre los clásicos para ofrecer un bocado de buen gusto a quien quiera acercarse a degustar. La cincuentena de personajes que se ofrecen en el texto original serán representados por cuatro intérpretes: dos actores y dos actrices. Elena María Sánchez hace encaje de bolillos para tratar de mantener el máximo de los indispensables sobre escena con una poda de aúpa digna de un carnicero de árboles, y David Martínez le corresponde con una dirección limpia, directa y bien coordinada. La suma, da los brotes verdes. Que nadie crea que se toca el texto para que de fruto de modernismo con puntillas o que la dirección se encarama a la virtud del más transgresor, no. El texto es el clásico y el montaje solo busca el modo de contar mejor la historia. Nada más y nada menos. El placer de ir a ver Luces con todos los componentes al servicio de que nos guste. Y gusta.

Se mezclan con corrección escenografía y proyecciones y el espacio ayuda a contar.

La interpretación es bestial. Desde un Antonio Ponce fantástico haciendo suyo a Don Latino (entre otros) un Max Estrella compartido entre Jaime Soler, impecable, y una bestia parda llamada Maya Reyes, a una (for last, but not for least) Laura Carrero, dueña de la madre del niño muerto y la Lunares; todo ello aderezado con Irma Catalina besando al piano en directo.

Merece la pena seguirles la pista.
Merece la pena ir a ver esta obra.
Cráneo previlegiado.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *